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PRESUNTAS IMPLICADAS: EL PAPEL DE LAS HORMONAS EN EL ENVEJECIMIENTO 

22/11/2023| Carmen Lanchares

Del sueño a la sexualidad, de la calidad de la piel a la del pelo, del peso a la altura, de la temperatura corporal al estado de ánimo… las hormonas juegan un papel fundamental en cada etapa de nuestro ciclo vital y, por supuesto, en la longevidad.

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Queramos o no, estamos programados para envejecer. De cómo lo hagamos depende de muchos factores, y entre ellos las hormonas son un elemento decisivo en nuestra longevidad. Las traemos de serie, pero además de la genética, su comportamiento también está determinado por la edad, el estilo de vida y las condiciones del entorno. Constituyen una especie de compleja red de información que controla (o descontrola, si algo falla en el sistema) el funcionamiento de nuestro organismo: gobiernan nuestras emociones, están detrás de algunas enfermedades, regulan el sistema inmunitario, afectan al estado de la piel o del pelo así como a nuestro rendimiento deportivo y vitalidad. En última instancia, están implicadas en cuánto y cómo vivimos. 

Pero empecemos por el principio. ¿Sabemos qué son las hormonas? “Son sustancias producidas por las glándulas endocrinas que actúan como mensajeros para controlar y regular una amplia gama de procesos biológicos. Cada hormona se produce en una glándula determinada y se libera a la corriente sanguínea para llegar a células específicas en todo el cuerpo, donde actúa como un regulador clave”, explica la doctora Alicia Justel Enríquez, médico especialista en endocrinología y nutrición en Beldon Medical. Hay más de una cincuentena identificadas, algunas nos resultan familiares (serotonina, insulina, tiroideas, oxitocina, melatonina, estrógenos, progesterona…) pero de otras apenas sabemos de su existencia. Todas, afirma la experta, son cruciales para mantener el equilibrio del cuerpo y una correcta función de los órganos y tejidos. 

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Con la edad, sin embargo, puede reducirse la producción de hormonas, lo que puede afectar a varios aspectos de la salud y el bienestar. “Por ejemplo, la disminución de la producción hormonas sexuales, como la testosterona en los hombres y los estrógenos en las mujeres, puede llevar a una disminución de la masa muscular, la aparición de osteoporosis y la bajada de la libido, entre otros”, aclara la doctora Justel. Asimismo, el descenso de hormonas anabólicas puede provocar una ralentización del metabolismo y un aumento de peso con la edad así como la redistribución de la grasa corporal, con el consiguiente incremento del riesgo cardiovascular, de la incidencia de enfermedades como la diabetes mellitus o la aparición de deterioro cognitivo y trastornos de memoria. Pero también están implicadas en la flacidez o la sequedad de la piel, en la aparición de acné, en la densidad y caída capilar o desencadenar un alud de procesos capaces de alterar nuestro bienestar emocional (irritabilidad, bruscos cambios de humor o depresión).

Uno de los cambios hormonales asociados a la edad que más afecta a las mujeres se produce en la menopausia. Durante esta etapa (que marca el final de la menstruación y fertilidad de las mujeres), los niveles de estrógenos y otras hormonas femeninas disminuyen significativamente, lo que puede causar una serie de síntomas y cambios tanto físicos como psíquicos, que no afectan a todas por igual, y que implican un aumento de enfermedades crónicas como la osteoporosis y patologías cardiovasculares. Que sea un proceso natural tampoco significa que llegado el momento haya que tirar la toalla y resignarse a lo que se nos venga encima porque, como avanza Alicia Justel, una valoración médica integral permite plantear posibles tratamientos y opciones médicas que controlen los síntomas y mejoren la calidad de vida durante esta fase. 

Los hombres tampoco están exentos de desórdenes hormonales ligados a la edad. En su caso, el proceso, denominado andropausia, se salda con una disminución de los niveles de testosterona. No obstante, comenta la doctora Justel, se trata de un periodo, en general, más lento y menos llamativo; pero no por ello carece de importancia ni de relevancia clínica. Y como sucede con las mujeres, la andropausia puede manifestarse con una presencia de fatiga, disminución de la libido, descenso en la masa muscular, aumento de la grasa corporal, trastornos del sueño, irritabilidad y sintomatología depresiva. Y también, en el caso de ellos, la valoración médica es importante para no confundir este proceso con otros trastornos hormonales también vinculados al envejecimiento.

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¿Podemos mejorar nuestra longevidad desde un enfoque hormonal?

Sin duda. Existen numerosos factores externos que alteran nuestro equilibrio hormonal con consecuencias negativas para nuestro bienestar físico y mental. Un cambio de hábitos puede ayudarnos, más de lo que pensamos, a prolongar la longevidad añadiendo (buena) vida a los años.

 “Hay varias maneras en las que puedes mejorar tus hormonas para mejorar tu longevidad”, confirma la doctora Justel. En primer lugar, la endocrinóloga apunta la relevancia del estilo de vida en los niveles hormonales, lo que se traduce en seguir una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, proteínas magras y grasas buenas, hacer ejercicio regularmente y mantener un peso saludable. Por el contrario, el consumo de sustancias tóxicas -tabaco, alcohol y drogas- es un factor que altera los mecanismos de regulación de nuestras hormonas.

Igualmente, dormir lo suficiente es fundamental, sobre todo para la producción de hormona de crecimiento y regular los niveles de cortisol. “Deberíamos conseguir dormir al menos 7-8 horas diarias. Y en horario nocturno”. Sin embargo, a pesar de su gran impacto en el comportamiento hormonal, el sueño es uno de los aspectos que más descuidamos. Una mala noche la tiene cualquiera, pero muchas malas noches son un problema para nuestro equilibrio hormonal. Lo mismo que el estrés, un mal al nos hemos acostumbrado pero que dispara la producción de cortisol con nefastas consecuencias para la salud. “El estrés crónico puede afectar negativamente los niveles hormonales y aumentar la inflamación en el cuerpo”. 

En definitiva, reconducir nuestros hábitos facilita el camino hacia un envejecimiento saludable, y buscar el apoyo de especialistas y tratamientos que nos ayuden a cuidarnos por dentro y por fuera es la clave para vivir más y mejor. De eso trata el well-aging, de asumir el proceso con una actitud proactiva para verse y sentirse lo mejor posible.

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